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Reseña: La Cruz. Variaciones sobre la Buena Noticia de Gabriel Mª Otalora.





La cruz.

Variaciones sobre la Buena Noticia.


de Gabriel Otalora.


Con Prólogo y epílogo de Xabier Picaza



La Cruz de Cristo es el símbolo por excelencia del cristiano, pero no lo ha sido siempre, como recuerda Otalora no fue hasta el siglo III de nuestra Era que se generalizó su uso. No es de extrañar porque la cruz era para los romanos algo así como la horca, un castigo infamante y cruel que se imponía a los delitos más graves.


Las reflexiones de Gabriel Otalora dedicadas a la palabra de Jesus y al símbolo de la Cruz son meditación del Evangelio, oración y confesión personal, vivencia y conversación con Él y con nosotros, pero no se complace ni se engolfa en la exaltación, casi masoquista, del dolor y del martirio, sino en el mensaje de confianza y de libertad, de esperanza y dignidad para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La cruz de Cristo es la cruz del Resucitado que ya no está clavado en el madero, porque el martirio no es su destino sino la consecuencia de atreverse a proclamar su Palabra y a vivir su destino de redención hasta las últimas consecuencias, anunciando la Buena Noticia a todos los pueblos y a todos los seres humanos


En la breve conversación que mantuvieron Jesús y Pilatos en el palacio del Gobernador, este se convenció de que el Reino de Jesús no era de este mundo y que no venía a disputar el poder al César sino a transformar la historia de la Humanidad. Jesús resignificó el sentido meramente político del título de Mesías, como libertador del Pueblo de Israel, y rompió con la ortodoxia de la religión del Templo, administrada por una casta de sacerdotes y doctores de la Ley, con sus propios dogmas según las cuales el Mesías, era el ungido de Dios como Rey y liberador político del pueblo de Israel, y no podría ser un simple carpintero, vecino de Nazaret acompañado de unos ignorantes pescadores y de algunas mujeres de mala fama, sino que tenía que ser alguien con mejores referencias y con más posibilidades de éxito militar y político.




Jesús —el Logos—, como detalla Otalora en sus reflexiones sobre la Cruz desafía la religión tribal del Antiguo Testamento y comparece ante el pueblo como un Mesías vagabundo, un Mesías que no tiene donde caerse muerto, que perdona a las adúlteras y se relaciona con prostitutas reconvertidas, que elogia a los Samaritanos, unos herejes que no reconocían la supremacía del Templo de Jerusalén, Jesús come con colaboracionistas (publicanos) del Imperio Romano, entra en connivencia con el enemigo ocupante, aceptando pagar tributo al César, y se relaciona con Centuriones y llega a curar a sus criados, paganos e idólatras. Un Mesías que habla en nombre de Dios y escandaliza a los profesionales de las cosas de Dios.


Cristo, juzgado con nocturnidad ante el Sanedrin, en definitiva, fue condenado por hereje, porque con su palabra y su ejemplo desafió frontalmente la ortodoxia judía, y gracias a la astucia política de los sacerdotes fue crucificado por Roma, —no por herejía que a Roma no le inquietaba— sino por rebelión, al declararse Mesías y por lo tanto Rey, desafiando la autoridad del Emperador, así consta en la misma cruz donde fue clavado: Iesus Nazarenus Rex Iudeorum.


El Evangelio, la buena nueva, lo es porque el Dios encarnado en Cristo se solidariza con el sufrimiento humano, asume nuestra condición, abre la bondad del Dios también a los gentiles, y libera el sentido de la Ley de todo lo prescindible: proclama la superación del judaísmo como religión tribal y la hace universal. El Logos encarnado resignifica el sentido del Antiguo Testamento y revela tras la zarza ardiente de Yahvé la imagen de un Dios trinitario que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un Logos que enmienda la religión de la autojustificación por la Ley por un mandamiento único y esencial: "Ama Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo".

En este su último libro Otalora desgrana muchas y sugestivas

reflexiones personales sobre cómo entiende y vive su fe en Cristo y cómo piensa y actualiza su constante compromiso con la Iglesia Católica y con el rumbo que el papa Francisco le ha imprimido.






Gabriel Mª Otalora (1957) es de Bilbao, casado y padre de tres hijos. Fue alumno de los Jesuitas de Indautxu. Licenciado en Derecho. Es asiduo colaborador en prensa escrita en Fe adulta, Redes cristianas y en su blog Punto de Encuentro en Libertad Digital. Autor de El evangelio de los excluidos. (2012), Compasión y misericordia (2014), y La revolución pendiente. La Iglesia vista por un laico. (2018)


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