

Carlos III y León XIV, en la Capilla Sixtina, por Javier Otaola
Asumo con cristiana resignación mi fama de excéntrico porque reconozco que es una fama merecida. A fin de cuentas, la excentricidad no es sino colocarse en una posición alejada del "centro sociológico" en la comunidad en la que uno vive, y ser anglicano, o sea, asumir —como antiguo alumno de los jesuitas— la condición de cristiano en el seno de la Iglesia Española Reformada Episcopal —integrada en la Comunión Anglicana— es seguramente una de mis excentricidades más querida y
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