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Los rusos y el Padre Juan de la Iglesia Ortodoxa, por Javier Otaola




[Иоанн (в миру — Виктор Бурдин] Padre Juan (Víktor Burdin).


Cada vez nos llegan más noticia del malestar de los rusos de a pie por causa de la terrible guerra iniciada por su país en Ucrania. Un par de amigos rusos residentes en Vitoria, que mantienen contactos con sus familiares hablan de consternación y vergüenza al menos entre los rusos de las grandes ciudades, más jóvenes y educados. Consternación por los miles que han huido de su país para no ir a una guerra que no es la suya, y por los miles han sido detenidos y acusados de traición por haber protestado contra esa guerra, o por los periodistas, intelectuales y trabajadores de la cultura fque se ha atrevido a protestar con verdadero coraje cívico contra la guerra.


Novaya Gazeta, que hasta haces unos días era el único gran medio de comunicación de la oposición en funcionamiento, escribió sobre un sacerdote ortodoxo, el Padre Juan (Víktor Burdin) que se atrevió a proclamar en uno de sus sermones en su iglesia: “Hermanos y hermanas, esta es una guerra fratricida”, por esas palabras ha sido procesado.


Esos rusos ahora consternados como la gran mayoría de la intelectualidad apoyaron a Putin cuando llegó al poder en el año 2000. Putin restauró en cierto modo el orden en medio del caos de los primeros años postsoviéticos y la economía mejoró rápidamente, abriéndose al comercio internacional lo que mejoró el nivel de vida de muchos rusos. Pero desde entonces hasta ahora, Putin ha ido mostrando en sus actos cada vez más claramente su idea de la política, muy al estilo de su formación como miembro del KGB,, cada vez menos tolerante con cualquier disidencia. Los medios de comunicación independientes han sido poco a poco asfixiados y todas las Asociaciones y ONG´s que tenían vínculos o recibían fondos de fuera del país eran catalogados como "agentes extranjeros" y tratados como tales.




A eso se añade la fuga de cerebros que se disparó con las primeras informaciones sobre la guerra. Cuando se suspendieron las mayor parte de los vuelos al extranjero los trenes que partían hacia Finlandia, en el norte, mientras otros rusos han huido hacia Georgia, donde no necesitan visa, o hacia Turquía.


. Toda esa gente joven y bien preparada, muchos de ellos con alta formación en nuevas tecnologías e ingeniería electrónica enseguida comprendieron que lo que el horror desatado en Ucrania por su Gobierno y las sanciones económicas contra Rusia significaban que el futuro que se habían imaginado en su propio país se había esfumado.


Otro de los amargos descubrimientos que ha tenido que encajar Putin en esta guerra es que lo que su ejército en el que tantos recursos económicos ha invertido en los últimos años no era lo que sus generales le habían dicho, y quizá una de las razones de esa pobre actuación militar acreditada en Ucrania frente a la resistencia del ejército y la población ucrania tenga su causa en el sistema de corrupción política y económica sobre el que ha articulado su poder Vladimir Putin, de modo que muchos de esos contratos de suministros de armamento y tecnología militar que habían modernizado el ejército ruso han sido en una parte considerable desviados a favor de su círculo de relaciones políticas y personales . Muchos de esos nuevos ricos que se han hecho millonarios mediando en grandes contratos públicos, son como Putin, antiguos oficiales de los servicios de seguridad, ese tipo de personas para quienes el pueblo no son ciudadanos con derechos individuales y de participación política sino simple masa sometida.


A pesar de todo, según las encuestas que se han hecho públicas en los grandes medios de comunicación, la consternación de los sectores urbanos con buenos niveles de educación, no es compartida por la mayoría de los rusos que sólo se informan por los medios estatales y carecen de formación crítica por lo que aceptan la línea dura de sus líderes. De hecho, miles de rusos, llenaron el estadio Luzhniki para manifestarse a favor de la guerra, el 18 de marzo, asumiendo el falsario y justificativo relato del Putin, con pancartas que decían “Por un mundo sin nazismo”. Nos queda la duda razonable de si la mayoría de esa gente no era en realidad gente presionada directa o indirectamente a jalear la líder por su condición de funcionarios o bien grupos ultranacionalistas transportados en autobuses "subvencionados" por el Kremlin.




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