El Padre de todos
ESTOY CONVENCIDO DE QUE ES PRECISAMENTE ESA FALTA DE CONOCIMIENTO DEL AMOR DE DIOS LA QUE SIEMBRA EL ODIO, LA VIOLENCIA, LA DISCRIMINACIÓN, LAS FOBIAS Y TODAS LAS DEMÁS MANIFESTACIONES DEL MAL QUE ENCONTRAMOS EN NUESTRO MUNDO
El Nuevo Herald - Rvdo. Alberto Cutié - Con 70 millones de padres en Estados Unidos, el Día del Padre sigue siendo una celebración que vive bajo la sombra del Día de las Madres. Por ejemplo, el Día de las Madres es casi imposible entrar en los cementerios y las ventas de flores abundan, mientras que en el de los padres no existe gran congestión y se entra y sale de un cementerio sin gran problema. En términos económicos, en el Día del Padre del año pasado los hijos estadounidenses gastaron solo casi $13,000 en regalos, comparado con los $22,000 que gastaron en regalos para las madres. La diferencia es grande.
Pero –más allá de la celebración especial del Día de los Padres– en la cual recordamos y celebramos a los padres vivos y difuntos que nos han dado la vida, hoy me gustaría que pensemos en el Padre, cuya paternidad nos une a todos, el Padre Celestial y del cual proviene la verdadera paternidad. Porque el “Día del Padre” debe también ser una celebración que nos haga pensar en el Padre de todos, autor de toda la creación. Y aún existen muchos hijos que no conocen a ese padre, y que viven como si fueran huérfanos espirituales, sin saber de dónde vienen ni adónde van. Porque lo cierto es que todos somos creación de un Dios bueno y hacia ese Dios bueno vamos.
En esta semana en la cual Estados Unidos ha vivido una gran tragedia –el tiroteo más sangriento de nuestra historia– pensaba yo en la grandeza del Padre. Me imagino que Dios Padre ve a todos sus hijos, los obedientes y desobedientes, los creyentes y no creyentes, los terroristas y los pacíficos con el mismo amor. Y aunque es difícil comprenderlo, Dios es un Padre bueno y la herencia más grande que nos ha dejado es el amor... Una herencia que solo podemos adquirir si buscamos vivir en el verdadero amor. Por algo Jesús nos dice: “Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.” (Mateo 5:44-45)
Vivimos en un mundo en el cual abundan los huérfanos de padre. No solo porque existen seres humanos que no conocen a su padre biológico, pero más bien porque existen muchos más que no han conocido a su Padre Celestial. No conocer al Padre –ni el gran amor que nos ha dejado por herencia– es algo muy trágico. Pues estoy convencido de que es precisamente esa falta de conocimiento del amor de Dios la que siembra el odio, la violencia, la discriminación, las fobias y todas las demás manifestaciones del mal que encontramos en nuestro mundo.
Conocer al Padre es conocer Su amor. Si empezamos a vivir como hijos de un Dios bueno y empezamos a ver en cada ser humano la imagen y semejanza del Creador, nuestro mundo cambiara. Mientras que el odio y el rencor reinen en el corazón de tantos en este mundo, la tragedia de Orlando y los actos de odio y violencia que se ven a nivel mundial seguirán entre nosotros. La respuesta es que con arrepentimiento y humildad regresemos a la casa del Padre Celestial y que abramos nuestros corazones a Su gran amor.
El Padre Alberto Cutié es sacerdote episcopal/anglicano en la Diócesis del Sureste de la Florida y rector de la iglesia Saint Benedict en Plantation, - www.saintbenedicts.org
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