Jürgen Moltmann, in memoriam (Hamburgo, 8 de abril de 1926 - Tubinga, 3 de junio de 2024)
¡Hasta siempre y hasta pronto, Jürgen!, por: Miquel – Àngel Tarín i Arisó
Ayer todos los noticiarios serios de la península ibérica destacaban la muerte del gran teólogo alemán Jürgen Moltmann, producida el día 3 de junio del presente 2024 a la edad de 98 años en Tubinga, donde fuera profesor de teología sistemática durante años. De padre gran maestre masón, fue reclutado obligatoriamente al servicio militar de su país, Alemania, desertando en 1945 al rendirse ante un soldado inglés que andaba perdido. No realizó, durante su corto estadio en el devenir de la segunda guerra mundial, ni un solo tiro.
Nosotros tuvimos el privilegio de realizar con Jürgen, durante nuestra época de estudiantes en Ginebra (Suiza), un seminario acerca de escatología cristiana. He dicho Jürgen, no Doctor ni Profesor, y no precisamente porque nos hayamos olvidado de que lo fuera, ni mucho menos porque nos uniera a él ningún lazo de amistad particular ... En realidad, no le gustaba ser así llamado, y así nos lo hizo saber: “llamadme, Jürgen. En definitiva somos colegas”, señaló. Este detalle muestra por sí mismo la grandeza del que fuera uno de los teólogos más importantes del siglo pasado y del siglo presente. Esta lección de humildad y bonhomía —que debieran tener muy presente aquellas y aquellos que destacan en cualquier saber pero especialmente en el teológico— solamente es predicable de “uno de los más grandes”. En varias ocasiones nos repitió que su mujer, Elisabeth Moltman-Wendel, teóloga feminista muy versada en Hannah Arendt, con la que Moltmann escribiera a cuatro manos sendos libros, fallecida también en junio, cuatro días después que él mas en el año 2016 poco antes de cumplir los 90 años, “sabía mucho más que yo de teología, de filosofía y de historia”. Sonrisas cómplices inevitables intervinientes ... así se ganaba al público este tan destacado y tan humilde profesor. No en vano sostenía Jiddu Krishnamurti que la humildad era la esencia del amor. A la sazón, no olvidemos que Jürgen Moltmann, nacido en Hamburgo en el año 1926 y de obediencia evangélica protestante, no renunció nunca a ejercer la labor pastoral. El pastorado, el cuidado espiritual de las almas era para él una seña irrenunciable de la identidad cristiana y de su vocación, muy por encima del estudio académico. En esto se parecía mucho a otro grande: santo Tomás de Aquino, quien en el año 1274 revelara a su amigo y amanuense, Reginaldo, que no escribiría más (¡se refería ni más ni menos que a su “Summa Theologica”!) Así lo dijo y así lo hizo, calificando a toda su obra de “paja desechable” del verdadero trigo que era la contemplación de Dios y el cuidado de las almas.
Jürgen Moltmann escribió muchos artículos y libros, solo o en colaboración con otros eruditos. La lectura de su “Teología de la Esperanza”, publicada en el año 1964 y traducida al castellano por ediciones “Sígueme” en Salamanca en el año 1972, es del todo imprescindible para cualquier teólogo, filósofo o historiador, creyente o no, que considere la religión importante en el devenir histórico del ser humano. La obra – cómo no ... dedicada a su esposa - es una verdadera meditación, más, una verdadera oda a la esperanza, que es lo propio de la escatología cristiana en la que era consumado especialista.
Moltmann no contempla en la escatología la descripción de los “novísimos” o acontecimientos últimos de la humanidad como tradicionalmente se venía considerando en los tratados teológicos “ad hoc”, sino que se refiere una esperanza presente y activa que debe orientar la vida del cristiano permanentemente. No es por lo tanto la escatología un fragmento o un apéndice de la teología, sino su orientación fundante y permanente: lo presente y lo futuro andan así de la mano interpelándose y dando razón y sentido a la vida creyente: lo que llegará está ya aquí. Lo que está aquí es lo que ha de llegar hasta la consumación. En consecuencia, la esperanza es el acompañante irrenunciable de la fe, amigas inseparables durante toda la vida presente y futura.
Moltmann abrió los ojos en el tratamiento del tema de la esperanza influido por el filósofo marxista, y amigo del gran sociólogo Max Weber, Ernst Bloch quien escribiera “El principio esperanza”, entre los años 1938 y 1947, durante su exilio norteamericano, aunque el texto lo finalizara en su Alemania natal. El libro ha sido reeditado por la editorial Trotta (Madrid) en 3 volúmenes en el año 2007. Sea como fuere, el tratamiento con el que aborda el filósofo de origen judío el tema de la esperanza es elevadamente utópico, todo lo contrario que el abordaje que realiza acerca de la misma Jürgen Moltmann, quien sin negar la utopía que conlleva la esperanza, va más allá calificándola de realista y de ser capaz de traspasar todo lo real siendo poseedora de los elementos movilizadores del ser humano, lo que Moltmann califica “el sí eterno del ser”, que implica presente y futuro a la par pues la esperanza escatológica estimula el conocimiento y la reflexión acerca del conocimiento de la realidad presente y futura, en el fondo una dimensión única.
Como muy brillantemente recuerda nuestro muy querido y destacado teólogo y filósofo palentino Juan José Tamayo Acosta en su reseña en memoria de Moltmann (“El País”, 5 de junio de 20024) el gran teólogo alemán influyó en muchos pensadores, incluido él mismo. Tras la publicación de su exitoso libro “El Dios crucificado” en el año 1972 (versión castellana realizada en 1975 por la editorial “Sígueme”, Salamanca (Verdad e imagen 41) que posee como interlocutor fundamental a la Escuela de Frankfort y a su dialéctica negativa de la desesperanza, y fundamentalmente a Theodor Adorno y a Max Horkheimer, Jürgen Moltmann logró que toda una generación de importantes pensadores volvieron sus ojos hacia la cruz de Cristo y a lo que ella supone en sí misma: la primacía de lo espiritual sobre lo material. La trascendencia de los pobres en orden a la misericordia divina, la empatía, más todavía, la identificación divina para con el doliente y el menesteroso a través del sufrimiento de su Hijo crucificado, la superación de las atrocidades y de las injusticias de la historia mediante el ejemplo de la cruz, el valor redentor no de la cruz en sí misma sino de la vida de Jesús y su obediencia al Padre. El Cristo Jesús será conducido a ella fundamentalmente por estos motivos.
Todo este planteamiento abrió las puertas y facilitó la entrada en escena de la teología de la liberación, un constructo teológico práctico muy importante en la historia de la teología que, de ser bien comprendido y no abusado, constituye verdaderamente una teología imprescindible de la misericordia y de la esperanza, al postular la afinidad inquebrantable, la cuasi “fusión” de Dios no con los poderosos de este mundo que viven para parasitarlo y extraer de él beneficios económicos y personales, y mucho menos con los verdugos, sino con las víctimas, con los marginados y con los sufrientes, en definitiva con los “anawim”. Esta teología es completamente ortodoxa y absolutamente crística se mire por donde se mire.
La teología de la cruz de Jürgen Moltmann es la teología que se preocupa por aquellos que preocuparon a Jesús. Este esquema implica evidentemente poner en entredicho categorías históricamente aceptas por la teología, pero sin embargo alejadas en mucho del documento bíblico. No tanto por griegas como por parmedianas, especialmente la omnipotencia, la impasibilidad o la indiferencia de Dios ante el mundo subsumida del de Elea, pero también de la filosofía aristotélica del “motor inmóvil” que todo lo mueve sin alterarse él mismo, ni mucho menos sufrir, absolutamente por nada ni por nadie.
Esta revolución conceptual, indirectamente dirigida contra los resquicios supervivientes y en ocasiones ocultos de teología escolástica todavía incrustados inopinadamente en el pensamiento teológico moderno, experimentarán un giro copernicano con Moltmann quien ahora contempla a Dios mismo a partir de su “debilidad”, de su sufrimiento desde la cruz. Este esquema bien podría calificarse de revolución copernicana y no implica exclusivamente al ámbito eclesial, sino también al societario.
Una faceta por la que Jürgen Moltmann debe ser necesariamente recordado es por su pasión y trabajo ecuménicos. El ecumenismo es para el autor que nos ocupa sin duda alguna uno de los principales motores de su obra, por no decir el motor fundamental. Es importante destacar en este sentido que Georg Bätzing, obispo católico apostólico romano de la diócesis de Limburgo (diócesis sufragánea de Colonia) y actual presidente de la Conferencia Episcopal Alemana desde el año 2020, no solamente destaca a Jürgen Moltmann como uno de los teólogos más influyentes de nuestra época, sino también como alguien que logró influir enorme y positivamente en la teología católica así como ejemplo fehaciente de una vida dedicada al ecumenismo, el cual considera imprescindible. En esto tanto Bätzing como el mismo Jürgen Moltmann acuerdan al ciento por ciento con el Conciclio Vaticano II iniciado por el santo Padre Juan XXIII y finalizado por Pablo VI. No es de extrañar entonces que Jürgen Moltmann colaborara siempre muy activamente con el CMI (Consejo Mundial de las Iglesias), con sede en Ginebra:
“La visión y la esperanza del movimiento ecuménico no radican en la iglesia, sino en el reino de Dios. Debemos abrirnos a las sorpresas del futuro”. (Citado el 13 de enero de 2016 ante el CMI en la presentación de su libro: The Living God and the Fullness of Life, CMI Publications, 2016).
[Ignacio Ellacuría]
Nótese la convergencia entre la propuesta de Moltmann, quien antepone el Reino de Dios a la Iglesia, tal y como postuló Jesús, y creemos que postularía cualquier creyente cristiano no fundamentalista que considere a su iglesia particular por encima de la salvación ofrecida por Dios (eso es precisamente lo que la palabra “Reino de Dios” pretende señalar en la Biblia), y la propuesta del malogrado teólogo de la liberación vasco (Portugalete 1930 – San Salvador 1989) Ignacio Ellacuría, quien dedicara un extraordinario libro a desarrollar esta misma idea: “Conversión de la Iglesia al Reino de Dios. Para anunciarlo y realizarlo en la historia”. Santander: Sal Terrae (Presencia teológica, 1985).
El mundo del pensamiento ha padecido una importante pérdida, pero Jürgen Moltmann nos deja como legado una amplia obra y especialmente su esperanza, una esperanza que se desarrolla en un triple ámbito: hacia nosotros mismos, como hijos de Dios que somos, hacia nuestros hermanos en Cristo, nuestro común pastor y hermano, hacia la humanidad, a la que pertenecemos junto con otras personas que creen en otras religiones o que no experimentan ninguna creencia religiosa, y hacia el mundo en general, la naturaleza como obra de Dios, de la que somos mayordomos y que nos impulsa hacia la preservación de la creación de Dios. En definitiva, la mejora del mundo presente en la espera escatológica del venidero.
Bibliografía de Jürgen Moltmann que contempla solamente sus libros más importantes traducidos al castellano
- Teología de la Esperanza, Salamanca: Sígueme.
- El Dios crucificado, Salamanca: Sígueme.
- Esperanza para un mundo inacabado, Madrid: Trotta
- Pasión por Dios. Una teología a dos voces (junto a su esposa), Santander: Sal Terrae.
- ¿Hay esperanza para la creación amenazada?, Junto a Leonardo Boff. Santander: Sal Terrae.
- La venida de Dios, Salamanca: Sígueme
- La provocación del discurso sobre Dios (Homenaje a homenaje a Johann Baptist Metz), Salamanca: Sígueme.
- El camino de Jesucristo, Salamanca: Sígueme
- Hablar de Dios como mujer y como hombre
Per semper vivit in Christo Iesu
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