Historia de la Antropología Cristiana (reseña)
“Historia de la Antropología Cristiana. De la antropología cultural a la teología fundamental” de Jesús Fernández González. Editorial Clie, 2016.
“El término antropología cristiana responde a un conjunto de ideas, textos, obras, reflexiones sobre el hombre desde la fe y la razón. Calificamos un pensamiento como antropológico, porque asume explicar el sentido del hombre promoviendo la respuesta a otras cuestiones como son la libertad, la responsabilidad moral, la participación social y otros problemas fundamentales con los que se enfrenta el ser humano en la tierra.” Jesús Fernández González
Para no pocos ha llegado a ser algo asumido que el cristianismo es algo así como un cúmulo de restos que todavía quedan en la cultura occidental y que poco a poco irán desapareciendo. Consecuentemente, si apoyamos esta tendencia, le haremos un gran favor a la convivencia en el marco social ya que, si echamos la vista atrás, la historia del cristianismo está repleta de oscurantismo, especialmente durante la Edad Media.
El cristianismo habría aniquilado la rica cultura pagana y en su lugar habría colocado toda una serie de supersticiones, creencias sin ningún rigor racional y, con su alusión constante a los tormentos eternos, habría logrado domesticar y controlar a una población europea sumida en la ignorancia y el temor.
Pero este relato impuesto dista tanto de la realidad que sencillamente es falso. El cristianismo en la actual cultura occidental no es ningún resto ni algo que pueda ser aniquilado por la sencilla razón de que esta, nuestra cultura, tiene tanta influencia cristiana que ha sido construida precisamente sobre sus columnas. Lo que suele ocurrir es que el ciudadano medio no se percata de ello porque, posiblemente, desconoce sus raíces y el hecho de que muchos de sus logros a nivel social, de convivencia y respeto no son propios, tienen una larga historia.
El profesor Jesús Fernández demuestra precisamente esto, que el cristianismo no es un antiguo vestigio ni ha estado históricamente enfrentado a la razón. Por lo tanto, la fe debe buscar su espacio y reclamar aquello que le pertenece y que, lejos de haberse diluido o fusionado, tiene una identidad propia.
El ser humano es el sujeto y el objeto de la historia, el centro de la naturaleza y, para los cristianos, el culmen de la creación. Por ello debería ser el elemento medular de todas las ciencias. Es ahora que podemos entender la importancia de cuando nuestro autor dice que “el cristianismo representa el lugar donde nace la antropología, sobre todo a partir de la gran síntesis realizada por San Agustín como intérprete de la filosofía antigua”. El ser humano, como imagen de Dios, es el fundamento de toda la antropología cristiana y el gran argumento a favor de su dignidad innata.
La antropología cristiana coloca a la persona en el centro, desde ahí es que ella se interroga sobre Dios, por ella misma, por su relación con el resto de la naturaleza, con su prójimo. La teología por su parte se centra en la respuesta de Dios y esta respuesta únicamente puede ser entendida y aceptada en la interioridad, en su alma, por medio de su espíritu. Pero el cuerpo no es algo despreciable, secundario, sino que el ser humano es una unidad, una compacta realidad que reclama por su dignidad, algo defendido al presente que pero que solo fue posible por la herencia cristiana. Por ello este ensayo también es una antropología cultural y una teología fundamental.
Se podría afirmar sin ninguna reserva que fue el apóstol Pablo el que fundó una nueva civilización con su idea de lo que debía ser un auténtico creyente en medio de su sociedad, y esta civilización es de la que nació la Europa actual.
El libro del doctor Jesús Fernández se divide en seis grandes partes precedidas de unas páginas a modo de introducción que las dedica a aclarar una serie de conceptos y de la necesidad de hablar de antropología cristiana.
La primera parte se llama “Antropología bíblica” y en la misma se hace un recorrido tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento destacando los grandes momentos de la revelación bíblica en relación al ser humano.
La segunda parte se titula “La antropología en los orígenes del cristianismo” y partiendo de la Iglesia primitiva se acerca al pensamiento de San Ignacio de Antioquía, Clemente de Alejandría, Orígenes, Justino, Ireneo, Tertuliano, Cipriano, Atanasio, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa, Gregorio Nacianceno y San Ambrosio.
La tercera parte, “Dimensiones de la antropología agustiniana”, está dedicada en exclusiva a San Agustín debido a la enorme importancia de su pensamiento. Va tocando y clasificando el mismo y extrayendo lo relacionado con temas antropológicos.
El hombre como misterio, Antropologías sectoriales, Las edades del hombre, Antropología filosófica, Antropología metafísica, Antropología personalista, Antropología teológica y Antropología política son subdivisiones.
La cuarta parte se denomina "La antropología cristiana en la Edad Media” y allí aparecen autores como Boecio, Anselmo, Tomás de Aquino (al que se le dedica también un espacio destacado), Buenaventura, Alberto Magno y Nicolás de Cusa.
La quinta parte es “Antropología cristiana del Renacimiento y la Reforma” y en ella tenemos el pensamiento a este respecto de Pico Della Mirandola, Prieto Pomponazzi, Giordano Bruno, Tomás Campanella, Nicolás Maquiavelo y Martín Lutero.
La última de las divisiones se titula “Historia de la antropología cristiana contemporánea” y en donde están autores como Christian Wolff, Immanuel Kant, Johann Fichte, Maurice Blondel, Max Weber, Max Scheller, Martin Heidegger, Romano Guardini, Urs von Balthasar, Karl Barth, Óscar Cullmann, Michael Schmaus, Karl Rahner, Emmanuel Mounier, Jaques Maritain, Gabriel Marcel, Paul Ricoeur, Maurice Nedoncelle y Julián Marías.
“Historia de la Antropología Cristiana” de Jesús Fernández González es al presente un libro único en español ya que no existe otro dedicado a este tema que posea tanta cantidad de información y la trate de forma tan exhaustiva. Por ello estamos ante una obra que destaca sobre el resto y se puede decir, sin temor a equivocarnos, que llena un hueco existente que por otra parte resultaba inexplicable.
El autor evidencia un pensamiento fecundo y bien estructurado. Esto hace que, además de presentar lo que desea hacernos llegar, lo haga por medio de frases y párrafos muy bien escritos. Un auténtico quebradero de cabeza para aquellos, como le pasa al que escribe estas líneas, que les guste subrayar y anotar al margen.
La importancia de conocer en profundidad la antropología cristiana no puede ser minimizada ya que es parte de nosotros, ha conformado, moldeado e impregnado toda la cultura occidental. Es más, fue la Iglesia la que salvó el legado clásico preservándolo y escondiéndolo en sus monasterios ante las devastaciones ocasionadas por las invasiones bárbaras. Por si fuera poco, sus grandes pensadores y teólogos pusieron las bases de nuestra convivencia y sobre ellos y su antropología es que se sostienen los modernos Derechos Humanos. No existe algo así como una confrontación entre razón y fe, entre la dignidad humana y la religión cristiana.
Es apasionante leer y comprender el enorme aporte al conocimiento del ser humano y cuanto le atañe desde el prisma cristiano. Este pensamiento lo fue desarrollando partiendo de su legado hebreo y en medio de cambiantes momentos históricos y sociales que traían nuevas formas de comprender al ser humano y su entorno. Fue un diálogo fructífero consecuencia de una comprensión propia que mantenía su identidad, pero que consideraba que la verdad, viniera de donde viniera, era de Dios.
A pesar de que el autor dice que su ensayo es una síntesis histórica, esta obra debe ser considerada como un manual que toda institución de teología, seminario o estudios para la preparación pastoral debería tener y leer. Su lectura en momentos determinados es densa por lo que es recomendable una primera lectura para después volver a la consideración de autores claves para que sus ideas nos queden perfectamente claras, como puede ser el caso de san Agustín, santo Tomás de Aquino o Maurice Blondel. Esto también es algo esencial para comprender sus obras, ya que se nos podrían estar escapando elementos relevantes de las mismas por desconocer su antropología.
También hay otra forma de leer este libro y es hacerlo por bloques. Las mismas seis divisiones podrían servirnos, aunque en otras ocasiones serán determinados autores los que marquen cuál debe ser la sección. Si es necesario, con este sistema de lectura, volveremos a la consideración de la división para no pasar a la siguiente hasta que la misma no nos cale lo suficiente.
El doctor Jesús Fernández nos dice que “En definitiva, toda la antropología cristiana no es más que una teología de la dignidad de la persona”. Pues bien, es el recorrido histórico del descubrimiento de la misma a lo que esta obra nos invita.