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DE MOROS Y CRISTIANOS …



Los romanos tardo republicanos denominaban a los habitantes de lo que hoy conocemos como el poniente magrebí con el plural “mauri”. Sin duda porque en la lengua de la ecúmene la palabra “maûros” traducía el color negro. Así procediendo, vía simbólica, que es siempre vía eficiente y rica en significancias, en continentes y en contenidos, los identificaban a lo oscuro, a lo raro, a lo traidor, a lo amenazante, a lo desconocido y a lo diferente que debía ser necesariamente combatido.


A día de hoy las cosas no es que hayan cambiado en exceso. La palabra “moro” se ha convertido también en una designación peyorativa, denigrante y cargada por ende de un importante desvalor.


Centrándonos en lo religioso, y aunque no exclusivamente, la religión mayoritaria de los “moros” es el Islam. Y el Islam tampoco es mayoritariamente bien percibido ni estimado en Occidente. Y no lo es tampoco – seamos sinceros - para una amplia mayoría de cristianos.


Existen, a mi modo de ver, algunas razones importantes que provocan el enfrentamiento, aquello que la postmodernidad ha venido denominando por influencia de los pensadores anglo sajones y específicamente desde Samuel Huntington – aunque muy influenciado este por Carroll Quigley y especialmente por Arnold Joseph Toynbee - como clash of civilizations.[1]


Se trata de un choque que tiene una importante carga religiosa teológica y que muy bien podría calificarse prima facie de mímesis o si se quiere de similitud. En efecto, dado que las teologías pueden desgraciadamente competir por mor de su diferencia, pero también en orden a su parecido en pocos o en muchos puntos fundamentales de su proyecto. Denomino y comprendo a este choque como el elemento fundamental y constituyente de un PRIMER MOMENTO TEOLÓGICO DE CHOQUE POR MIMESIS.


Es desde esta anterior perspectiva que hay que considerar el hecho de que ambas religiones (cristianismo e Islam) se auto consideren como universales y todavía más como universalizantes, como envolventes, quiere ello decir que fuera de sus sistemas teológicos la salvación deviene como poco un asunto espinoso y complicado ...


De este modo, si para el cristianismo Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tm 2, 5), si su persona constituye el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6), para el Islam – que no renuncia a ser menos abarcante – el Corán es en exclusividad el único libro inspirado directamente por Dios que contiene la salvación para los que a él se someten, pues sumisión, eso es precisamente lo que quiere decir Islam.


Ambas religiones y las teologías que las sustentan poseen al unisón una idéntica ambición escatológica, la cual se ve capaz de hacer el punto, de resumir, de completar y en definitiva de sobreseer al resto de las demás religiones existentes.


Como corolario de antedicha perspectiva de choque mimético, se realza también el hecho de manifestarse ambas como poseedoras en su teología de la clave que proporciona el único camino de salvación posible, ora Cristo, ora el Corán, considerados ambos respectivamente por sus seguidores como el único camino de salvación efectivo entre Dios y el ser humano.


Bien comprendida, “au sens large”, su teología de la misión no es tampoco diferente en exceso. En efecto, pues propende invariablemente y en puridad hacia la conversión de absolutamente toda nación, raza, tribu, lengua y pueblo. Se trata de un imperativo escripturístico y por ende irrenunciable. De modo que nadie ni nada, sea cual fuere el escenario vital existente, escapa a la dinámica misional de sus impulsos sistematizadores y conversores.


No es menos importante el hecho que ambas teologías consideren también a sus libros fundacionales como, únicos, a saber exclusivos y, en el orden práctico, excluyentes, léase especiales, específicos e inefables. Y, por lo tanto, que participen miméticamente de una concepción de la revelación teleológicamente idéntica, pues, por mucho que sus mediaciones y sus diferencias en orden al carácter, forma y recepción de la misma varíen en mucho, ambas confiesan contener inequívocamente la Verdad.

Por si ello fuera poco, Cristianismo e Islam poseen también sendos preceptores magisteriales. Quiero con ello señalar autoridades reconocidas e institucionalizadas por las respectivas comunidades con capacidad de interpretar fielmente – mediando la acción de diferentes formas y auxilios - sus textos fundacionales inspirados arrojando nueva luz profética pasada, presente y futura, de carácter inequívoco, acerca de los seres humanos mismos en su relación con la divinidad y acerca de cualquier situación que estos anteriores pudieran vivenciar.


Todos los que hemos descrito hasta ahora son – vía mimética - elementos internos inherentes y configuradores de ambos sistemas teológicos que convierten en más comprensible el hecho de que históricamente el cristianismo y el Islam hayan sido religiones en lo todo encontradas y decidida e incluso violentamente contrapuestas durante siglos. Y es que la mimesis no siempre conduce necesariamente a la paz …


Hasta ahora hemos aludido a la puesta en marcha histórico teológica de una serie de desavenencias entre cristianismo e Islam que se fundamentan en lo similar o en lo mimético. Constituía recordemos un primer momento teológico de choque entre ambas religiones y las teologías que las sustentan.

Pero no es este ni el único ni tampoco creo que el más importante teológico momento. Así es, puesto que existe un segundo momento teológico, ya no mimético, sino de “clash” propiamente dicho, de incomprensión mutua y de recio y rancio enfrentamiento en la abierta y probablemente irreconciliable diferencia y contradicción. Bien podría calificarse y articularse antedicho SEGUNDO MOMENTO TEOLÓGICO DE CHOQUE POR LA DIFERENCIA, una mutua piedra de toque obstaculizadora y de separación.


Este segundo momento se caracteriza como decía por la contrastada, irreconciliable y enfrentada diferencia teológica.


Propongamos algunos ejemplos ilustrativos esclarecedores sin que con ellos pretendamos ni mucho menos agotarlos. Así: ¿cómo puede aceptar el cristianismo que el “ Mus-haf ” constituya un estado de revelación ulterior y superior al del mismísimo Jesucristo, quién para el cristianismo acaba, termina, finaliza, perfecciona y plenifica de sentido cualquier otro momento revelador? … ¿Puede tal vez el cristianismo integrar en su teología la creencia islámica en el hecho de que Jesucristo jamás murió, ni en la cruz ni en ninguna otra parte, circunstancia que de ser acepta desarticularía toda su escatología y – a través de la no producción de la resurrección de Jesús - también su soteriología y hasta su misma lógica interna constituyente? ...


En campo contrario, refiriéndonos ahora al Islam: ¿cómo puede la religión mahometana encajar y aceptar sin sobresalto que el portador de la revelación máxima escatológica y soteriológica, el profeta Muhammad, cuyo nombre significa precisamente “digno de alabanza”, no sea considerado por el cristianismo ni tan siquiera como un profeta menor o incluso como un profeta circunstancial de Dios? … Ítem más: ¿puede el cristianismo concluir que Muhammad es un profeta del Altísimo cuando el árabe reniega denodadamente contra la misma filiación divina de Jesucristo y cuando postula un monoteísmo absolutamente contrario a la esencia profunda de la Trinidad? ... Por otra parte: ¿Cómo encajar el problema antropológico del pecado original en el ser humano cuando el Islam niega cualquier esbozo del mismo? ...


En definitiva: ¿Pueden ambas religiones encontrarse teológicamente a pesar de que cuando una teología examina a la otra constata mayoritariamente en el tenor de sus textos tradicionales una burda falsificación y en definitiva la adulteración de la revelación de Dios? …


No debemos engañarnos pues es precisamente aquí donde yace el fondo del problema que debemos honestamente afrontar y responder: ¿Pueden el Cristianismo y el Islam entenderse verdaderamente en el campo teológico? …


Permítaseme que, mediando todo lo hasta ahora dicho, sea muy pesimista en orden a este su mutuo entendimiento.


Existe a nuestro juicio un tercer momento en el orden de las relaciones entre el cristianismo y el Islam. Sin embargo, no pertenece ya a la tipología de lo teológico sino de lo puramente ortopráctico o, si se quiere, de lo filantrópico y de lo asistencial, de manera que bien podríamos denominarlo como TERCER MOMENTO ÉTICO.


No se trata en consecuencia de un momento o de un estadio sin importancia pues, aunque meramente humano, no por ello carece evidentemente ni de ética ni de moralidad ni mucho menos de importancia. No contemplo aquí ninguna imposibilidad teórica manifiesta ni ningún inconveniente moral en el hecho de que pueda existir efectivamente entre ambas colaboración y entendimiento en asuntos tales como por ejemplo la lucha en común por la paz en el mundo, o el denuedo hacia el menesteroso, objetivos por otra parte absolutamente loables y probablemente imprescindibles en una religión que se precie.


No obstante, debemos tener muy presentes las advertencias realizadas por parte de ciertos muy insignes teólogos, de entre los cuales destacaremos al profesor católico apostólico romano Hans Küng [2]quien, en su esfuerzo por establecer un proyecto de ethos universal del cual penda una ética humana mundial , advierte con insistencia que todo empeño ético será siempre irrealizable, que no podrá existir paz ni ethos común en el mundo mientras no exista previamente paz y entendimiento común entre las religiones que lo pueblan; Entonces: ¿No responde ello a la imagen de un pez mordiendo su propia cola? …


Los datos son francamente descorazonadores como podemos a continuación comprobar. En efecto, según el último informe del CESNUR [3] (Centro Studi Sulle Nuove Religioni) dirigido por su fundador y Director, el reputado sociólogo romano Massimo Introvigne, fueron asesinados en el año 2017 a razón de un cristiano cada seis minutos. Casi 100.000 cristianos fueron asesinados en todo el mundo, lúgubre dato que convierte al cristianismo en la religión más perseguida sobre la faz de la Tierra. Jamás, nunca antes en la historia del cristianismo existieron tantos mártires. Aproximadamente unos 600 millones de cristianos se han visto obligados por diferentes motivos y en diferente intensidad a no poder profesar libremente su fe.


Estos datos debieran ser relacionados con el hecho de que uno de cada cinco países del mundo ha sufrido ataques islamistas radicales, siendo los países donde la persecución ha sido más cruenta Afganistán, Arabia Saudí, Corea del Norte, Irak, Nigeria, Siria y Somalia.


Son, tal y como señalábamos anteriormente, datos, los de este tercer momento ético que nos ocupa, que tampoco nos inducen precisamente hacia el optimismo más esperanzado.


Los romanos tardo republicanos lograron derrotar a los “mauri” manu militari en el contexto de las tres históricas guerras púnicas. Durante la tercera de ellas especialmente [4] , los latinos lograron reducir la brillante cultura fenicio cartaginesa prácticamente a un mero recuerdo histórico. Ello sucedió cuando el Islam todavía no había advenido.


Para nosotros, sus continuadores intelectuales, los herederos de la romanitas y por ello de la graecitas, y más aún siendo cristianos confesantes, lo sucedido con Cartago fue un ejemplo cruel en el cual no nos podemos evidentemente inspirar, por mucho que desde una y otra parte se escuchen cada vez con más intensidad los tambores de la discordia que tañen por la venganza, y por la guerra.


Nosotros, los seguidores de Cristo, no queremos no obstante derrotar sino dialogar, no queremos vencer sino con-vencer, es decir, vencer con, vencer unidos, eso sí: dejando a cada cual tranquilo, si ese es su deseo, en su tradición religiosa, al pairo de su libertad y de su Dios.



 

[1] Choque de civilizaciones


[2 ] Los presupuestos que debiera comprender este ethos universal fueron desarrollados en la primera década del presente siglo por el profesor Küng fundamentalmente en tres libros. Todos ellos traducidos del alemán al castellano: Proyecto de una ética mundial, Madrid: Trotta, 2006; La ética mundial entendida desde el cristianismo, Madrid: Trotta, 2008; y Ética mundial en América latina, Madrid: Trotta, 2008. Antedicho ethos mundial debiera basarse según el erudito suizo en cuatro corolarios fundamentales: 1.- Compromiso con la cultura de la no violencia que sea respetuosa con la vida. 2.- Compromiso con la cultura de la solidaridad que trasluzca especialmente un orden económico verdaderamente justo. 3.- Compromiso con una ética de la tolerancia y de la veracidad vital. 4.- Compromiso con una cultura de la igualdad, de los derechos humanos y del respeto de género. A nuestro humilde juicio, opinamos que no se trata más que de algunas concreciones de la ética kantiana del imperativo categórico moral traducidas a las necesidades propias de nuestros días. De esta manera la propuesta kantiana halla a través de la propuesta misma del profesor Hans Küng su especificación epocal.


[3] Además de anterior informe, puede consultarse también el pertinente al año 2018 realizado por parte de Open Doors International en el sitio electrónico: puertas abiertas.org, cuyos resultados son debidamente auditados de manera externa e independiente desde hace más de 20 años por el Instituto Internacional para la Libertad Religiosa.


[4] 149 – 146 a. C.


 

Lic. Miquel Àngel Tarín y Arisó Ha cursado estudios teológicos en diferentes Universidades europeas (Francia, Suiza, Cataluña) donde obtuvo sendas licencias en Teología Protestante y en Teología Católica, así como una Licencia en Ciencias Religiosas, y otra en Humanidades. En estos mismos contextos realizó Masters en Historia de la Literatura Cristiana Antigua, en Sagrada Escritura - Nuevo Testamento y en Historia de las Religiones. Actualmente prepara un Doctorado en Teología por la FTC. Col • labora con el ISCREB, del ISCR Don Bosco y la EFL, donde imparte diferentes materias y Seminarios de Teología Sistemática y Fundamental. Es Delegado de Ecumenismo y Relaciones Interreligiosas del Obispado de Solsona (ICR).

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