La cruz y el éxtasis
Andrés Ortiz-Osés
DESGARRADURA:
LA CRUZ Y EL ÉXTASIS
Apertura a lo abierto
(Rilke-Heidegger).
Soy de una tierra desgarrada
y desgarradora
como muestran mis heridas
de infancia
estigmas de otros niños
y de todos los humanos vivos
o muertos.
No es un desgarro sino una
desgarradura
una dentellada del destino
que atraviesa mi costado izquierdo
donde tiembla un corazón endolorido
de golpes cicatrices asaltos
de otros tiempos
con la muerte encinta.
Llevamos con nosotros el dolor
oscuro de este mundo
el sufrimiento del hombre y la mujer
de luto
sacrificados del orto hasta el ocaso
desde los orígenes de todo
hasta su nada final e inicial
iniciática.
Somos pura tragicomedia
y sinsentido impuro
sobre el que brilla el nimbo
de un sentido extraño o estrambótico
misterioso o mistérico
un sentido que tintinea en la llama
que vela el velatorio
quemando la ceniza que deja
exhausta.
Según Stendhal las lágrimas son
una sonrisa extrema
mas la sonrisa es un extremo llanto
arrugado su rictus
como un acordeón de feria popular
y colorista.
El eterno desgarro abre una grieta
un pliegue
por el que se despliega el vuelo del alma
como aliento o pneuma
espíritu alado que atraviesa cual duende
el costado que duele
para orearlo y poder sanarlo
o salvarlo.
Me agarro a este desgarro
o desgarradura
que agrieta la inmanencia en trascendencia
abriendo su confín finito
al infinito
a través de la hendidura cual abertura
obertura redentora.
Que la herida humana solo cura
si supura en abierto
la cruz clavada y el éxtasis
enhiesto.
Andrés Ortiz-Osés.