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PAPA FRANCISCO Y SU IDEARIO


Permítaseme un leve apunte sobre el ideario del Papa Francisco, en medio de una situación general de despiste moral o desmoralización tanto de la Iglesia como de la sociedad civil. El ideario del Papa Francisco remite al Evangelio del amor de Jesús, traducido como misericordia y compasión por el pobre o necesitado, marginado o excluido, descartado. Pero remite a través de la figura carismática de Francisco de Asís, el santo más ecológico y humano del cristianismo, el fundador de una visión franciscana basada en el cuidado ecológico de la creación.


El cuidado de la creación es el cuidado de las cosas vitales y su entorno o ambiente, pero sobre todo el cuidado de las personas y su contexto existencial. El ideario franciscano es personalista, porque la persona es el sujeto del amor, y según M.Proust solo se ama lo que no se posee. La posesión de cosas, objetos y aún personas a través del poder es la obsesión de nuestra sociedad posesiva, mientras que el amor nos desposee porque somos poseídos por su fuerza vital. Frente al individualismo posesor, Francisco proyecta un comunitarismo abierto y distribuidor, basado en la justicia distributiva.


El comunitarismo franciscano no se inspira en un populismo al uso y abuso, sino en una teología del pueblo como sujeto interpersonal de los bienes del mundo. Frente al elitismo y al populismo, la teología popular del jesuita argentino J.C.Scannone, maestro del Papa, se basa en un giro antropológico, el cual reconsidera lo universal como situado humanamente. El método que usa esta teología se denomina “analéctico”, palabro que significa transpensar, así pues traspasar del pensar a la persona y su contexto o situación humana. Se trata pues de encarnar la deliberación teórica en la práctica liberadora, de acuerdo con la teología de la liberación latinoamericana.


Francisco siempre ha propugnado en teoría y praxis allegarse hasta la frontera, y no encerrarse en el propio reducto eclesiástico. Pero se trata de allegarse hasta la frontera para transitarla y dialogar con la periferia cultural y social. Ello exige abandonar la autorreferencia clerical, ya que la Iglesia no tiene luz propia sino que como la luna la recibe del sol que es Cristo. Ahora bien, precisamente para no quedarse en la luna, debe encarnarse en la tierra. La frontera no es pues un mero límite, sino un horizonte que se abre al otro: de ahí el deseo de dialogar con el otro más lejano, como es el caso de China.


Sin embargo, esta actitud franciscana lejos de ser esencialista o fundamentalista, resulta una actitud existencial. El rabino A.Storka, amigo del Papa, ha dado en el clavo y en la clave del ideario de Francisco al calificarlo de “existencial” religioso o cristiano. De Dostoievski a Guardini, pasando por Borges, nuestro Pontífice considera que lo esencial es existencial, ya que en el cristianismo lo divino es humano. De ahí la relevancia que en su ideario obtiene el tiempo como devenir dinámico existencial junto al espacio estático. El tiempo define el río de lo humano que finalmente desemboca en el espacio marítimo de la eternidad, como dice Borges en su poema Everness (Eternidad) que el Papa recita de memoria: “Dios, que salva el metal, salva la escoria”.


Este último verso expone bien la idea de un Dios salvador que salva lo brillante y lo oscuro, lo fuerte y lo débil, la vida y la muerte. Es el Dios franciscano redentor y sanador, asuntor e implicador, trasfigurador y amor. Pero el amor no es posesión sino desposesión, no cerrazón sino apertura. Todo el ideario del Pontífice trata de tender puentes en lugar de pontificar, de abrir la Iglesia y el mundo parapetados tras sus muros, de positivizar y no negativizar. El criterio es la encarnación, que traducida secularmente significa la humanización, así pues el baremo humano e interhumano. El hombre no tiene otro criterio que su propia común humanidad frente a toda deshumanización a derecha e izquierda, arriba o abajo, delante o detrás. La dehsumanización del arte abstracto, ya señalada por Ortega, debería entenderse hoy como un peligro de abuso tecnocrático.


El ideario del Papa Francisco podría resumirse franciscanamente así: el sentido de la humanidad está en su humanidad.

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